miércoles, 29 de febrero de 2012

La vida es una tortilla

No existe mejor definición. Pasa algo, te acostumbrás, rutina, rutina, vida normal y ¡plaf! se da vuelta, derrumbe, apocalipsis, cambio de aires... Pero pasa el tiempo y te acostumbrás, rutina, rutina, vida normal y al cocinero se le ocurre que quedó un poco cruda entonces de vuelta ¡plaf!
Otras veces no es tan así, quizás está cocida pero hay una puntita en donde iba todo bien (con una amiga, con tu novio, con tus viejos, etc...) y de repente se quema, es horrible, se endureze, queda feo, proboca mal humor, tristesa, angustia, bronca, pero todos saben que raspando un poquito todo mejora, y ese sabor amargo se va yendo hasta que, si no desaparece mejora. Porque, como dicen, "lo que no te mata, te fortalece" y con los tropezones se aprende, cada mala cocción de la tortilla nos ayuda a saber qué hacer la próxima para que no se queme, o para que se queme menos.
La tortilla es bipolar, tiene distintas etapas, y es muy extremista, puede pasar de todo impredesciblemente, hay que estar pendiente y vigilar de vez en cuando, condimentarla con distintas cosas para no aburrirse del sabor y ponerle siempre un ingredente especial, ese toque tan nuestro que la hace única. A todo el mundo le gusta la tortilla, después de todo.

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