Te miro, y qué perfecto sos. Mi reflejo en tus ojos, esos
tan verdes y profundos, es el más lindo, el más real, el que más me gusta.
Quedate. No quiero un
mañana sin que estés. Eternidad,
realidad, unidad.
Porque te observo, te miro, te contemplo, cada vez que te
levantás para trabajar y me das un beso en la frente, creyendo, ingenuamente ,
que estoy dormida. Mientras te desvestís y mientras te vestís. Arreglándote,
observándote, mirándote, contemplándote.
Y volvés, oliendo la comida desde que salís hasta que
llegás. Esperándome, deseándome. Porque nos gustamos, eh ? Sí que nos gustamos,
claro que sí. “Enamorados”, como respondemos con palabras cuando la gente nos
pregunta cómo estamos, sin intenciones de explicarles que no existe palabra alguna capaz de expresarlo.
Aunque parecen conformarse, ya que realmente, mucho no les importa.
No como a nosotros por lo menos, eso seguro. Entonces… Para qué ? Si nosotros sabemos, si
nosotros nos entendemos. Y nos gustamos, claro que nos gustamos.
Abro los ojos sabiendo que te voy a encontrar, al lado mío,
con una sonrisa casi infantil, casi inocente, casi imperceptible. Y me levanto,
me cambio, me maquillo y te beso la frente. Pero yo, a diferencia tuya, sé que
no estás completamente dormido. O que lo esperás, lo deseás, como siempre.
Porque lo sabés.
Quedate, por lo menos, para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario