Son mis ganas constantes de tenerte las que me hacen mal. Es
mi necesidad, mi vicio, mi abstinencia lo que me está volviendo loca. Sos vos,
sos vos siempre pero no siempre te tengo. Te necesito, te necesito para estar
bien y te necesito para estar, te necesito para poder. Te quiero. Quiero poder
pensar en otra cosa, quiero poder no relacionarte con todo, quiero poder hacer,
de alguna manera, que no influyas. Quiero que me necesites. Hoy, o mañana.
Algún día. Quiero que me necesites y entiendas lo que me pasa.
Quiero mirarte a los ojos y que me digas, con esos ojos tan
sinceros, esos ojos que no mienten, que todo va a estar bien. Quiero sentirme
tuya. Quiero sentirte tan mío. Abrazame con tu mirada, abrazame con tus labios
y decime, haceme creer, que todo está bien y que no importa nada más.
Porque no importa nada más, porque somos sólo vos y yo. Sólo
nosotros.
Y otra vez me despierto, con los ojos mojados, pensándote y
saboreando eso poco que me queda de libertad, que se esfuma, que se va… Chau.
Que se me fue.